Desde que el tabaco desapareció de los bares, restaurantes y pubs, los clientes que acuden a estos locales perciben más olores desagradables, como el del sudor humano o la cerveza, que antes quedaban enmascarados por el humo de los cigarros.
Científicos de la Universidad de Tecnología de Delft, en Holanda, aseguran haber encontrado una solución a este problema: utilizar fragancias en los locales, que entre otras cosas hacen que la gente baile más, mejoran la percepción general de la experiencia y nos hacen sentir de mejor humor.
Sus conclusiones se publican en la revista especializada Chemosensory perception, donde Hendrik Schifferstein y sus colegas sugieren instalar máquinas que emitan un aroma agradable. Y argumentan que del mismo modo que se combinan luz y sonido para crear la atmósfera deseada, añadir un olor a la mezcla puede contribuir a crear experiencias multisensoriales.
En una serie de experimentos, Schifferstein puso a prueba el efecto de esencias de naranja (relajante), menta (estimulante) y agua marina (neutral) con más de 800 sujetos. Todos los aromas hicieron que los jóvenes bailaran y se divirtieran más, valoraran mejor la música, así como su propio estado de ánimo.
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